
Minutos después comenzaron a entrar a cada uno de los apartamentos. Armados hasta los dientes sorprendieron a los habitantes del edificio. Tuvieron tiempo para amordazarlos, amarrarlos, intimidarlos y obligarlos a entregar los objetos de mayor valor. Común denominador, dinero en efectivo, joyas y algunos computadores portátiles. Una noche de horror. Tres de siete apartamentos robados en un asalto que duró cerca de dos horas.
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